Luego de un primer tiempo de trámite rápido, impreciso y muy disputado, en el complemente el Matador por momentos retomó su mejor versión, salvo por un detalle: no lo definió. Pablo Magnín fue protagonista de lo mejor, con un gol de “goleador de olfato”, y lo peor, con penal regalado irresponsablemente. Luego Atlanta lo empató con un gol fuera de contexto.

Era el partido de la fecha y las condiciones climáticas hicieron del mismo, uno rápido, impreciso, disputado y mal jugado. Hubo intenciones de ambos, pero el contexto impidió un buen juego.
En los primeros minutos la visita llegó dos veces y estuvo cerca. Luego Tigre presento credenciales y gracias a las intervenciones de González Metilli y Pablo Magnín, se puso en ventaja.

En el complemento el panorama se le aclaró a Tigre. Empezó a encontrar precisión y espacios y tranquilamente pudo haber convertido un par de goles más. González Metilli, la figura del Matador, puso de cara al gol a Prioti, pero falló. Llegó el penal y lamentablemente Magnín hizo un mamarracho, digno de pararse en el vestuario y pedirles disculpas a sus compañeros. Tigre no amplió ventajas y como dicen, cuando erras goles en un arco lo pagas en el otro. Y así fue. Riquelme metió un tiro libre exquisito y la todo se complicó. Lo pudo ganar Tigre con otra situación desperdiciada increíblemente. Prediger toma la pelota de un rebote a situación clara de gol y la define sin convicción.

Una pena. Recuperó, en el complemento, lo futbolístico que tanto pedíamos, pero le faltó seriedad para definirlo. Así se perdió la posibilidad de volver a ser punteros y llegar al clásico en la cima.