Tigre volvió a mostrar su peor cara de impotencia, para revertir un partido donde se requería ese fuego sagrado, de los equipos que quieren hacer historia. San Martín lo ganó merecidamente, aunque cometió el pecado de no definirlo en el primer tiempo y mantuvo vivo a un rival que, por lo demostrado en la adversidad, se sacó claramente del traje de candidato.

Las sensaciones siguen siendo muy feas. En el dolor de la durísima derrota, tal vez magnifiquemos los alcances de las criticas individuales, colectivas y de dirección técnica, pero es que, de no pegar un golpe de timón muy brusco, el ascenso será una utopía.

Hace rato que Tigre viene jugando mal. Más allá de no ser inferior a sus rivales de turno, el nivel futbolístico venía dando pasos atrás constantemente.

Era sabido que cuando te enfrentas a rivales con aspiraciones, se iba a estar lejos de cosechas triunfos.

Hoy fue un claro ejemplo de ello. En el primer tiempo, Tigre tuvo su primera y única situación de gol merodeando los 30 minutos y su rival ya ganaba, tuvo de pelotazos en los palos y convirtió en figura a Roffo.

San Martín no lo liquidó y se habría una luz de esperanza para el complemento.

Tigre necesita cambios de actitud, pero fundamentalmente de aptitud. No lo consiguió y si se mantenía la ilusión de poder empatar el encuentro, era porque la visita se fue retrasando, resignó casi por completo la contra, la diferencia era mínima y el fútbol es fútbol y todo podía pasar.

Lamentablemente la incapacidad futbolística no se revirtió desde los que arrancaron el partido y mucho menos por los que ingresaron. Poniendo en duda al menos, la definición apresurada de muchos de tener el mejor plantel de todos.

Se terminó la primera rueda. A esta altura y hace una decena de fechas, uno imagina un Tigre puntero y cómodo. Con este resultado se terminó cuarto y al borde de salir de los clasificados.

El humor del Pueblo Matador está en sus niveles más bajos y ni hablar la consideración sobre un DT que no parece ver la realidad con sus declaraciones y cada vez pierde más crédito y suma voces para dejar de serlo.