La opinión de Diego Macias en el diario Olé – Por plantel y juego, mostró que tenía un talle más que el resto y vuelve a una categoría que le sienta muy bien.

La jerarquía de un equipo se construye con unas cuantas variables. El combo que dan la historia de un club con jugadores que tienen situaciones definitorias en sus espaldas suma. Que ya pudieron festejar un título como también levantarse por el golpazo de un descenso. No es una fórmula ni receta única pero Tigre, este Tigre, mostró en la final que su jerarquía y chapa estaban por encima de este laborioso Barracas y el regreso a la Primera le cae perfecto.

Hace un par de años, cuando la pandemia se veía sólo en pelis de ciencia ficción, Tigre asombraba por su juego y le ganaba la final de la Copa Superliga a Boca clasificándose a la Libertadores. Pero, increíblemente, su campañón final no le permitía zafar del descenso. Así empezó su reconstrucción tras sufrir en la Copa.

Finalmente, parate mediante, apostaron al entrenador Diego Martínez, quien mostró entre sus virtudes la capacidad de elegir algunos de los referentes sin temer dejar fuera o en un segundo plano a ídolos de siempre como el Chino Luna, Cachete Morales o el mismo Galmarini. Los cimientos de su Tigre arrancaron en un Marinelli con mucha experiencia, en un Prediger interminable y renovado, en un Menossi que rompe la medianía general. Armó una defensa con jugadores que conocen al detalle el Ascenso y siguió apostando fuerte por Magnín con Protti en el ataque.

Ahora bien, a esa conformación del plantel le agregó la convicción de ser protagonistas, de asumir riesgos y eso le permitió construir partidos épicos como el que le ganaron a San Martín en Tucumán.

Tigre tuvo su bache en el torneo, surgieron incluso dudas sobre el DT cuando los resultados parecían alejarse. Pero bancaron el momento y cerraron un sprint final en la zona más dura de la Primera Nacional mostrándose como un equipo con un talle más, con esa jerarquía que lo devuelve a un hábitat, a una Primera A, que no le es desconocida.