Un empate en Mendoza y ante un rival directo, no es malo, pero que te lo empaten a falta de un par de minutos, deja una sensación amarga en el debut. Lucas Blondel con un golazo, abrió el marcador en la primera etapa y Gianluca Ferrari encontró la igualdad en el final, en un error compartido en defensa.

Tigre estuvo a la altura de lo que exige la primera división, pero no fue el que pregona el DT. Le costó tener la iniciativa y ser el dueño del partido. Si bien en defensa fue sólido, la creación ofensiva fue casi nula e hicieron que los delanteros solo aportaran sacrificio y lucha. En dicha etapa se repartieron llegadas y la diferencia estuvo en la efectividad. Marinelli salvó su arco en un par de aproximaciones del Tomba y Espínola no tuvo nada que hacer, en el golazo de Lucas Blondel.

En el complemento y bajo la lluvia, fue todo más luchado que jugado. Tigre aguantaba y cada tanto respondía. Colidio de gran partido lo pudo liquidar, al igual que Blondel que esta vez perdió el duelo con el arquero local.

Todo se encaminaba a un regreso soñado. Godoy Cruz, que se quedó con un jugador menos, en una de las últimas llegó a un empate, que no es del todo injusto, pero que al ser así y poco segundos del final, te deja con esa sensación de amargura.

Una pena, Tigre no lo pudo cerrar. No lo supo ganar, cuando regaló el empate y no lo supo ganar, cuando Castro definió un mano a mano, con tanta categoría, que categóricamente se lo morfó. Una pena.

Cuando bajen las revoluciones de la amargura, llegaran las sensaciones de estar a la altura y ser competitivo, al menos para los objetivos planteados.
En el próximo partido será el miércoles 16 de local, a partir de las 17, ante Central Córdoba de Santiago del Estero.