El Matador humilló y puso de rodillas a un Platense chiquito. Lo ganó 4 a 0 y pudieron ser muchos más. Dos de Pablo Magnín, uno de penal, Facundo Colidio y Lucas Blondel, le pusieron el sello, a una noche que quedará marcada a fuego en la historia de estos clásicos.

Lo decíamos en la previa, futbolísticamente había una diferencia notoria. Si bien Platense había arrancado bien desde los resultados, los últimos tenían más que ver con su realidad futbolística; y Tigre debió tener más puntos de los logrados, porque en varios partidos en los que perdió puntos, fue superior a su rival.

Todo lo anterior, se vio desde el arranque. Solo había que ratificar en la red, lo que en el trámite se iba consolidando con el pasar de los minutos. Por suerte sucedió, poco a poco fueron llegando los goles y en apenas 34 minutos el partido estaba absolutamente liquidado. Solo había que apostar a cuantos goles podía llegar el Matador. Primero fue Colidio, luego Magnín de penal y segundos después, Blondel con una gran definición, confirmaron que la noche iba a ser una fiesta descomunal, en una paliza histórica para recordar para siempre.

En el complemento, llegó el cuarto en una jugada confusa. Fue Magnín que capturó un rebote al que el línea consideraba en fuera de juego, pero que el árbitro, mejor ubicado, ratificaba su validez.
Como sucede en estos casos, en el que el partido, ya no era partido; Tigre bajó el ritmo, disfrutando cada minuto de juego. Así y todo, pudo convertir varios goles más.

Jornada histórica por el resultado, por el baile y porque el equipo sigue creciendo y hoy, pareciera no tener techo.