El Matador tuvo todo para ganar el partido, menos la capacidad de liquidarlo. Talleres hizo poco, pero lo empató en una pelota parada y casi lo gana en otra. Fue 1 a 1 con el gol de Víctor Cabrera.

El equipo de Diego Martínez, en líneas generales, jugó un buen partido. Logró la ventaja y pudo aumentarla en varias ocasiones. Sin embargo, la visita generó poco y en un par de pelotas paradas puso en jaque a su rival en el final. Se lo empató y casi se lo gana, en lo que hubiese sido una injusticia inmensa, tanta como el descalabró interno que hubiera provocado dicha situación.

Tigre entró una racha, en la que no gana, ni cuando lo merece. Con altibajos futbolísticos, que nos hacen perder más puntos de lo que se ganan. Rendimientos individuales que bajaron pronunciadamente, afectando el juego colectivo y la paz interior. Hay muestras de leves mejorías, aunque no alcanzan para ser el Tigre que dependía de sí mismo. Hoy, si el rival juega bien, lo más probable es que pierdas y ante determinados equipos y en escenarios complicados, hay que jugar bien para ganar y hoy, Tigre está lejos de hacerlo.

Esta tarde, el Matador mereció ganar, pero con eso no se suma en las tablas.

Como en toda racha adversa, todo es cuestionable. El primer fusible es el entrenador y los siguientes los jugadores. La falta de autocrítica y cambios y posturas poco entendibles, el DT suma detractores y los jugadores, deberán mejorar y mucho, para no entrar en la misma cuestión.

Se viene Argentinos en la Paternal. Escenario y rival complicado por su gran presente. Duro compromiso, que puede ser un punto de inflexión para bien o para mal.